Las tarjetas de crédito del futuro: algo más que plástico y números

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Nuevas ideas en las tecnologías que hay en su interior mejorarán su seguridad. Las tarjetas serán dinámicas, con números que cambiarán tras cada operación.        

Uno de los principales problemas del comercio electrónico ha sido siempre la desconfianza de los usuarios, que temen que al introducir sus números de tarjeta de crédito en la pantalla del navegador de Internet, que alguien pueda interceptarlo y hacer mal uso de ellos. Además todo el mundo ha oído historias acerca de tarjetahabientes a quienes le  «copiaron» la tarjeta y le sacaron dinero de la cuenta. ¿Puede la tecnología hacer algo al respecto?

Ideas hay muchas, y cada día se prueban y desarrollan algunas de ellas. Aparte del robo, las tarjetas de crédito también sufren de otras circunstancias en el «mundo real»: algunas pueden ser clonadas para realizar pagos no autorizados y hay que reconocer que, hoy en día, llevar demasiadas tarjetas en la cartera es todo un engorro.

Bancos y compañías especializadas trabajan en evolucionar las tarjetas en algo un poco más útil y adecuado para los tiempos que corren y las necesidades de un mundo conectado. Las más recientes innovaciones masivas fueron la introducción de códigos adicionales en la parte trasera, las «tarjetas con foto» y las «tarjetas con chip», que hacen más difícil la copia y proporcionan cierta seguridad extra. Ahora es la combinación del plástico y el papel digital la que propiciará nuevos avances en los próximos años.

Una compañía llamada Dynamics, por ejemplo, cuenta con varios diseños y prototipos de tarjetas futuristas, y otras que emplean técnicas ya probadas que están utilizando algunos bancos.

Tarjetas con números de «usar y tirar»

Entre otras ideas plantean las tarjetas con números de un solo uso, en la que varios de los dígitos han sido reemplazados por una pequeña pantalla luminosa digital.

Cuando se va a utilizar la tarjeta, basta apretar en los botones táctiles un código personal y se generará un nuevo número. Ese número de tarjeta puede usarse sin miedo en Internet porque, una vez procesada la transacción, dejará de ser válido.

La tarjeta es siempre la misma, pero su identificación es como un pañuelo de papel: de usar-y-tirar. Y si alguien roba la tarjeta, no pasa nada: como los ladrones no conocen el código secreto no pueden generar nuevos números, simplemente la ven en blanco.

Como el contenido de la banda magnética también puede cambiarse en estas tarjetas –que físicamente son iguales a las tradicionales, pues tan solo cambia su interior– uno de los modelos permite cambiar el código de seguridad tras cada compra.

De este modo se puede confiar en los sitios web en los que piden todos los dígitos y además el código de tres o cuatro números de la parte trasera de la tarjeta. Aunque de alguna forma fueran copiados, nadie podría usarlos, pues esa numeración extra de seguridad cambia cada vez.

Otra forma sencilla de hacer cosas con esta tecnología que permite reconfigurar la tarjeta sobre la marcha es la tarjeta multi-cuenta, en la que se guardan varias tarjetas en una.

De este modo se puede prescindir de una tarjeta física y utilizar únicamente una para operaciones personales y del trabajo, por ejemplo. Basta un clic en uno de los botones para elegir la cuenta antes de pagar la transacción en cualquier comercio.

Fuente: RTVE.es

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