Tecnologías intrusivas en Asia ante la lucha contra el coronavirus

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Fuente: AFP

Para frenar al nuevo coronavirus, países de Asia despliegan todo un arsenal de tecnologías innovadoras pero también intrusivas, como brazaletes electrónicos, mensajes de texto de advertencia a personas en cuarentena, o búsqueda digital de itinerarios de casos sospechosos.

Cuando Declan Chan, un diseñador de moda hongkonés aterrizó esta semana procedente de Zúrich, fue acogido por policías que le colocaron un brazalete en la muñeca.

El dispositivo está conectado a una aplicación que debió descargar en su teléfono antes de iniciar sus dos semanas obligatorias de cuarentena a domicilio.

El conjunto permite a las autoridades verificar en tiempo real dónde se halla, para garantizar que las personas que regresan del extranjero no propaguen el coronavirus, en un momento en que crece el miedo a los «casos importados» en esta ciudad, que hasta ahora ha sabido hacer frente a la epidemia.

Interrogado por teléfono por la AFP, Chan, de 36 años, dice haberse acostumbrado a este «soplón», que avisará a las autoridades si sale. «Seguro que es desconcertante tenerlo, pero prefiero una cuarentena en casa que en un centro del gobierno» dice.

Anuncio discreto

Las autoridades hongkonesas informan diariamente sobre la epidemia. Pero fue muy discretamente que se anunció el lunes, en un comunicado, el recurso a este dispositivo, usado más habitualmente por los servicios de aplicación de penas.

Desde el jueves, todas las personas que llegan del extranjero deben portar el dispositivo. Quienes no lo habían recibido antes, reciben una videollamada de la policía que verifica el número de personas presentes, todo ello basado en fotos.

La excolonia británica no es la única en adoptar este tipo de medidas.

Corea del Sur, China, Taiwán y Singapur han recurrido también a la tecnología.

Huellas digitales

El centro taiwanés de control de las epidemias, órgano creado tras la epidemia del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) en 2003, recurre al macrodatos para hallar a potenciales portadores del virus, y vigilar a los que están en cuarentena.

Éstos reciben un smartphone dotado de un GPS y son vigilados por las autoridades a través de la aplicación de mensajería Line.

Quienes no respetan su cuarentena reciben mensajes, pues este dispositivo de seguimiento está directamente conectado con los servicios de policía. Los contraventores pueden ser multados con un millón de dólares taiwaneses (32.000 dólares, 30.000 euros) y la publicación de su nombre.

Corea del sur tiene una aplicación similar pero su utilización no es obligatoria.

Singapur, a su vez, destina investigadores para vigilar las cuarentenas y para reconstruir los desplazamientos de los enfermos.

«Allá donde vamos, dejamos huellas digitales, al retirar dinero, o al usar de otra forma nuestra tarjeta bancaria» explicaba en la prensa Leong Hoe Nam, especialista de las enfermedades contagiosas en Singapur.

Debe reconocerse que cada uno de estos países citados dio la impresión de poder contener la epidemia, incluso cuando adquiría grandes proporciones, como en China.

Pero estas tecnologías plantean graves interrogantes sobre el respeto a la vida privada.

Para Maya Wang, especialista sobre China de Human Rights Watch, ninguna crisis debería justificar que estas leyes de vigilancia no respeten tres principios esenciales: la constitucionalidad, la proporcionalidad y la necesidad.

Código color en China

Los gobiernos democráticos y transparentes respetan mejor estos principios, según Wang.

«Es en lugares como China donde existen las medidas más intrusivas, con los resultados más arbitrarios» asegura.

Esta época le recuerda el 11 de septiembre de 2001, cuando muchos gobiernos tomaron como pretexto la amenaza terrorista para adoptar leyes que reducían las libertades individuales.

«Las situaciones de emergencia son a menudo la mejor ocasión para subvertir los principios democráticos» dice.

China ha ido aún más lejos con estas controvertidas tecnologías, a través del análisis de datos a gran escala y el masivo despliegue de tecnologías de inteligencia artificial.

En un clima de recelo y sospecha, los gigantes de internet Alibaba y Tencent han creado aplicaciones móviles que permiten a los chinos certificar su supuesto nivel de riesgo ante las autoridades.

Así, pueden usar esas aplicaciones para obtener en su teléfono un código QR, cuyo color depende de sus visitas, o no, a lugares considerados de riesgo: verde (ninguna restricción), amarillo (cuarentena de siete días) y rojo (cuarentena de 14 días).

Tener este código QR, basado en el análisis de los desplazamientos efectuados por el usuario, es algo casi obligatorio en varias ciudades para utilizar los transportes públicos o poder salir de las estaciones de tren.

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