Latinoamérica se monta en el tren de Silicon Valley e Israel

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Fuente: Forbes Colombia

El triángulo de disrupción entre Israel, Silicon Valley y América Latina revela el potencial de esta última región como un motor para el ecosistema tecnológico del mundo. El caso de Moovit es referente de ello.

Era 2012. Ómar Téllez aterrizó en el aeropuerto El Dorado de Bogotá en jeans y una chaqueta impermeable azul que en el lado derecho llevaba bordado un globo de GPS naranja con una cara feliz y unas letras en blanco que, al leerse, completaban la palabra Moovit. El nombre de hasta entonces una empresa emergente de Israel que era absolutamente desconocida en el mundo.

Téllez es colombiano, pero un amigo de Silicon Valley, el cofundador de Waze, Uri Levine, le había pedido que fuera hasta Israel para verse con dos emprendedores que tenían la idea de lanzar una especie de Waze, pero para el transporte público y él tendría la misión de internacionalizarla.

Moovit encontró en la capital colombiana una alianza con el sistema de transporte Transmilenio, la primera por fuera de Israel, que hizo de este el primer mercado internacional en donde probaron la aplicación.

Casi una década después, el fabricante de chips Intel dio a conocer que, en una transacción de 900.000 millones de dólares, adquirió Moovit, atraído por sus servicios en 3.100 ciudades que usan regularmente más de 800 millones de usuarios.

Esta incorporación pretende unir a Moovit con Mobileye, otra compañía israelí de asistencia autónoma de conducción que Intel adquirió por más de 14.000 millones de dólares y, además, ser un jugador clave en el mercado de la movilidad como servicio. “Esta integración permitirá inflexiones tecnológicas, con la capacidad de agregar múltiples servicios. A futuro la gente no necesitará conducir, pero podrá desde una sola plataforma planear sus viajes con autobuses autónomos y robotaxis”, explicó Nir Erez, cofundador y CEO of Moovit, en una llamada en la que participó Forbes.

Después de Transmilenio, lo que siguió fue un crecimiento explosivo en América Latina. Con Transantiago se ganaron el premio de mejor aplicación de movilidad de Chile y en Brasil aparecían todos los días en la pantalla de televisión de O’Globo indicando el tráfico y el transporte público.

“Fue una especie de dominó que nos volvió imparables en ciudades como Buenos Aires, Río de Janeiro, Sao Paulo y Ciudad de México que nos permitió mejorar las condiciones de transporte de muchos latinoamericanos”, dijo Téllez, quien fue el primer presidente de Moovit y miembro de la junta directiva.

Según AppAnnie, para 2015 los países de Latinoamérica representaban el 62 % de los usuarios activos semanales, manteniéndose desde entonces un poco por encima o por debajo de la mitad del total, al compararse con otros países desarrollados.

Varios analistas coinciden en que ese crecimiento se debe a que, en estos mercados, tener que esperar que pase un bus no solo es un asunto de tiempo, sino también de seguridad. Moovit llegó a informar qué ruta funciona para ir a un lugar y en qué momento pasará. Es un modelo que tiene más potencial en sistemas de transporte deficientes, que en ciudades con sistemas buenos.

Es un recorrido similar al que tuvieron plataformas como Waze y Whatsapp antes de ser globales. De los 2.000 millones de usuarios activos que Whatsapp tiene en el mundo, unos 160 millones están en Brasil y México. Pero mucho antes, cuando estaba despegando con 460 millones de usuarios, en Brasil y México estaban 70 millones de ellos, un 38 % del total.

En el mismo sentido, antes de que Google adquiriera Waze en 2013, Brasil, México y Chile aparecían en el listado de los 10 países que más usaban la aplicación en el mundo.

“Yo no creo que en Silicon Valley vean en Latinoamérica un ‘core’ para crear compañía. Pero aquí queda una lección del potencial enorme que tiene la región para muchos emprendedores que primero pueden tener un crecimiento explosivo en América Latina y después en países desarrollados, es un legado que se deja a los empresarios porque es un ‘playbook’ que no existe en Silicon Valley ni en Tel Aviv”, refiere Téllez.

Los emprendedores de base tecnológica encuentran en América Latina costos menores de países desarrollados, que van desde el talento, hasta la adquisición de usuarios. Aún persisten desafíos como la conectividad, que obliga a crear versiones ligeras de los aplicativos para mercados emergentes para que funcionen en tecnologías 2G.

En el mapa tecnológico la región no ha sido solo un foco atractivo para masificar negocios, sino cuna de tantos otros que han ubicado a Latinoamérica en el foco del capital de riesgo, que se ha más que duplicado cada año desde 2016, una tendencia que se prevé que podría ser interrumpida en 2020 por el Covid-19.

Según la Asociación para la Inversión de Capital Privado en América Latina (Lavca, por sus siglas en inglés), en 2019 fue un año récord de inversiones de capital de riesgo en América Latina, como 4.600 millones de dólares en cerca de 440 transacciones.

Los mayores acuerdos fueron los US$1.000 millones que inyectó SoftBank a plataforma la colombiana Rappi y los 400 millones de dólares de prestigiosos inversionistas como TCV Capital, Tencent y Seqoia Capital, que atrajo a Brasil el banco digital Nubank, cofundado por el colombiano David Vélez.

Aprender de Israel

Para poder entender las exitosas salidas de Moovit y Mobileye, pero también exitosas salidas de empresas como Waze, Viber, Wix, hay que saber que estas compañías comparten que provienen de un país del tamaño del departamento de La Guajira con una población similar a la de Bogotá, pero que tiene en su interior 20 unicornios, o compañías emergentes valuadas en 1.000 millones de dólares; mientras que toda Latinoamérica junta suma 18.

Esto sin contar las empresas que han tenido ‘salidas’ u otras como WeWork, que, aunque afronta serias dificultades, tiene entre sus cofundadores a un ciudadano de esa nación. Israel por sí solo recibió el año pasado 8.300 millones de dólares en inversión de capital de riesgo, que dan cuenta de la reputación de innovación que ubica a Tel Aviv en el sexto puesto del ranking de Global Startup Ecosystem.

“Es un tamaño de mercado tan pequeño, que los emprendedores no están buscando soluciones para el mercado local, sino para el mercado a global”, dijo a Forbes Luis Szapiro Hofman, presidente de la Cámara de Comercio Colombo Israelí, quien considera que para un sistema de innovación hay que crear un ecosistema de experiencias replicables.

Israel ha sido desde hace varias décadas pionero en soluciones de ciberseguridad y de telecomunicaciones, lo que ha creado toda una cultura de ingeniería en la población.

Para Szapiro Hofman, si se necesita llegar a un punto como ese, el fracaso tiene que ser recompensado, porque el fracaso “trae experiencia”.

Este año, según el presidente Iván Duque, entrará en vigor el tratado de libre comercio que podría generan un efecto de que Israel, que es el país de Medio Oriente que más invierte en Colombia. Esta negociación puede permitir a más ingenieros colombianos ofrecer sus servicios a plataformas de ese país, lo que puede influir en el ecosistema local.

“El mercado da alternativas, pero cuando un mercado es pequeño, uno se tiene que volver innovador, no seguir vendiendo más de lo mismo, es mirar por fuera de la caja”, comenta.

De acuerdo con el líder de la Cámara Colombo Israelí las economías de ambos países son complementarias, aspecto que se vería reflejado en la desgravación del 98% de las medidas arancelarias.

En su visión, además de exportar productos agrícolas como mango o piña, hasta carne, el impacto en la economía será en el ecosistema de innovación, con visas profesionales de intercambio para hacer transferencias de trabajo y administración, un engranaje de talento que prometería jalonar ecosistemas de innovación.

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