Luis Elola, subgerente de productos de ciberseguridad de Entel Digital
Las APIs (Interfaces de Programación de Aplicaciones) han dejado de ser simples componentes técnicos para convertirse en habilitadores claves de la economía digital. Su adopción masiva ha sido impulsada por la demanda de agilidad empresarial, experiencias digitales omnicanal y la necesidad de interconectar ecosistemas de forma rápida y eficiente. No obstante, esta expansión, aunque clave para la agilidad empresarial, ha venido acompañada de desafíos significativos en materia de gestión, seguridad y gobernanza.
Los ciberactores emplean métodos cada vez más avanzados para abusar de las reglas y flujos internos de las aplicaciones expuestas a través de APIs. A diferencia de las vulnerabilidades técnicas tradicionales, estos ataques explotan procesos de negocio, lo que los hace complejos de detectar y mitigar con controles convencionales. Ejemplos incluyen el uso indebido de flujos de reinicio de contraseñas para secuestrar cuentas, manipulación de parámetros de transacciones para alterar precios o condiciones de pago, y la automatización de solicitudes para evadir límites de uso y obtener descuentos o servicios gratuitos. Asimismo, se observa el abuso de APIs para validación masiva de tarjetas de crédito y scraping de datos sensibles y estratégicos.
Este escenario, demanda hoy más que nunca un enfoque de seguridad “by design”, donde las empresas apliquen controles tempranos sobre la lógica de negocio y la manipulación de datos, y un modelo de gobierno robusto que permita a las organizaciones seguir fortaleciendo sus ecosistemas digitales sin comprometer la integridad y disponibilidad de sus servicios.
En ese sentido, la adopción de descubrimiento automático, clasificación continua y monitoreo inteligente se vuelve fundamental. Solo con un enfoque integral que combine tecnología, procesos y gobernanza efectiva, las organizaciones podrán asegurar sus entornos frente a un panorama de amenazas cada vez más sofisticado.
La gestión de seguridad en APIs debe abordarse como un proceso continuo, que protege las interfaces desde su descubrimiento inicial hasta su retiro o desactivación controlada. Este ciclo permite anticipar riesgos, corregir vulnerabilidades y proteger los datos y servicios críticos, para que la seguridad acompañe la agilidad y escalabilidad que las APIs ofrecen al negocio.
La economía digital del futuro será, en gran parte, una economía interconectada por APIs. Solo aquellas organizaciones que logren conjugar agilidad e innovación con control, monitoreo y protección efectiva de sus interfaces de integración, estarán preparadas para resistir potenciales ataques y para adaptarse a un entorno donde la superficie de ataque no dejará de crecer.




