Vimeo es clave para publicidad online por sus 65 millones de usuarios únicos al mes

Vimeo, la plataforma para realizar, subir y compartir vídeos originales repartió sus premios el jueves pasado en Nueva York. Trece categorías, de la publicidad a la narrativa. El escenario, concebido por el estudio londinense Seeper como una escultura en 3D con distintas pantallas interconectadas y un trillón de píxeles, se convirtió por momentos en una fiesta improvisada gracias a la humorística presencia de los oficiantes de la ceremonia: Beardyman y Reggie Watts, que incluso escenificaron una guerra de beatboxing (o sonidos elaborados a partir de la voz). “Esto es el principio del final. O el final del principio. No está muy claro”, bromeaba Watts disfrazado de científico atolondrado.

 

 

La tercera generación de Internet ha dejado atrás el complejo geek (o empollón digital) para lucir su lado más molón. Pudo comprobarse en el festival posterior, celebrado el viernes y el sábado en el Meatpacking neoyorquino, donde la presencia masiva de adictos a esta web revelaba una imagen insólita y fashionista, casi de festival de música. Había una terraza-bar patrocinada por una cerveza, un hall donde una cadena de equipos digitales te permitía probar las cámaras más punteras del mercado y pantallas arengando con mensajes buenrrollistas que cuajaban como: “Chocar esos cinco es contagioso, no te cortes en hacerlo. ¡Además, es gratis!” o «Los miembros de nuestra empresa son amigables. Pregúntales sobre la vida o cualquier otra cosa».

 

 

Tanto fervor se daba junto al parque High Line, situado en las antiguas vías del tren elevado y convertido en uno de los nuevos pulmones verdes de la ciudad. La sede de Vimeo ocupa un edificio diseñado por Frank Gehry para Barry Diller, dueño de IAC / InterActiveCorp (compañía propietaria de esta puntocom) y marido de las diseñadora Diane von Fürstenberg. Las actividades las centraban conferencias, proyecciones y talleres para descifrar el nuevo paradigma digital.

 

 

Jeremy Boxer, uno de los organizadores de los Vimeo Festival + Awards (como se ha bautizado al evento en su conjunto), reflexiona: “El mundo del vídeo y la creatividad online está en una etapa de transición: de una era de observación a una de participación. Cada vez existen más herramientas en Internet para buscar financiación, filmar, montar y distribuir”. Muchas de ellas, como la música (gratuita con licencia Creative Commons o de pago, a través de su tienda), la alta resolución o las facilidades de edición (con una sofisticada interfaz muy simplificada), las ofrece Vimeo, que cuenta con más de 65 millones de usuarios únicos al mes.

 

 

Entre sus entusiastas famosos, se encuentra el rapero Kanye West, que sirve de vocero desde hace cuatro años y tiene un canal propio con las piezas que él mismo confecciona. “La línea que separaba lo amateur de lo profesional cada día es más fina”, continúa Boxer. “Lo que antes te costaba 15.000 dólares ahora puedes hacerlo con la misma calidad por 50. Esto conlleva también un componente emocional: refuerza la confianza del usuario en el acabado de su vídeo y le anima a compartirlo con el mundo”.

 

 

Blake Whitman, codirector del evento, es el vivo ejemplo: “Hace cinco años subí en Vimeo una pieza documental sobre una niña nepalí emigrada a Nueva York y su lucha por mantener su hinduismo que se convirtió en viral. Eso me valió la puerta de entrada”. Hoy es uno de los miembros más veteranos de una empresa fundada en 2004 que apenas cuenta con 75 empleados, muchos de ellos fogueados en cine, vídeo o animación y captados de la propia comunidad Vimeo. Tan solo cinco trabajan en Europa, donde quieren abrirse terreno (el 40% de su tráfico se circunscribe a EE UU).

 

 

El mundo hispano es una de sus prioridades: “En el último año hemos subido un 60% el tráfico en la web, y una parte elevada de ese porcentaje pertenece a España y los países latinoamericanos. Este aumento brutal en las cifras nos dice que manteniéndonos fieles a nuestros orígenes vamos por el buen camino”, cuenta Dae Mellencamp, presidenta de la empresa, que insiste en relacionar la palabra “experiencia” con el uso de su web, a cuyo diseño le han dado también un reciente lavado de cara para “hacerlo accesible incluso a mi madre”.

 

 

“Veinte visitas a nuestro vídeo en Vimeo nos dan una mayor proyección que 200 en Youtube”. Con esta explicación tan escueta como contundente, los miembros del colectivo Everynone, ganadores del gran premio Vimeo, dotado con 25.000 dólares, resumían la diferencia del impacto entre ambas plataformas online. Donde la gran puntocom propiedad de Google ametralla a publicidad y sirve de inabarcable archivo de cualquier material, por encima de criterios cualitativos, la empresa que nos ocupa convence a sus miembros (para aprovechar más herramientas y disponer de mayor espacio hay que estar suscrito) por utilizar tácticas publicitarias no invasivas y restringir el material a lo estrictamente creativo.

 

 

Tras poner a prueba su potencial a finales de 2010, invitando a jurados de la talla del director David Lynch o la cantante M.I.A., esta segunda edición ha doblado el número de vídeos presentados, de 6.000 a casi 15.000. Cada uno ha tenido que pagar una cuota de 20 dólares.La calidad es el denominado común de los premiados, como el vídeo de Ruari Robinson, Blinky, premio de narrattiva; o al Dark side of the lens, de Astray Films, premio de deporte, o el de Amanda Boyle, premio de Moda por Mulberry Skirt.

 

Casualmente o no, su competidor y todopoderoso Youtube abre las votaciones de su primer festival de vídeos, para el que también se han presentado unos 15.000 participantes. Su poderío les permite dotar con un premio de 500.000 dólares en presupuesto de producción a uno de los 10 finalistas, que exhibirán sus trabajos en el Festival de Venecia. Es la historia de David contra Goliat. Aunque Vimeo siempre podrá presumir de tener una de las comunidades más fieles y entusiastas del mundo audiovisual.

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