Las claves de acceso serán reemplazadas por el reconocimiento facial y la biometría

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Fuente: larazon.es

La contraseña de toda la vida está pasada de moda. Dentro de poco, para estar seguros con nuestros dispositivos electrónicos, no tendremos que recurrir a esa odiosa combinación de cifras y letras, mayúsculas y minúsculas, signos de puntación, exclamaciones, interrogaciones y demás caracteres imposibles de recordar.

Una tarea imposible salvo que, reconozcámoslo, nos hagamos trampas a nosotros mismos anotándola en un papel o en el propio correo electrónico, repitiendo claves o recurriendo a la tan manida fecha de nacimiento. Nada que los hackers no puedan adivinar sin pestañear.

Y aquí viene el problema. O los ciberdelincuentes son muy listos o nosotros muy confiados, o posiblemente las dos cosas, pero sufrir el robo de datos personales se ha convertido en algo cada vez más habitual en España. El 7% de los usuarios españoles es consciente de haber sido víctima de este delito en el último año, lo que nos convierte en líderes de la Unión Europea, donde la media es del 4%.

El peligro de sufrir el robo de datos personales

El riesgo no es tanto sufrir esta incursión extraña en nuestra intimidad tecnológica, sino que en ocasiones ni nos damos cuenta de ello. Esto es lo que le ocurre al 89% de los usuarios, que no puede asegurar estar libre de haber sufrido uno de estos delitos, según una encuesta realizada por la empresa Affinion.

De hecho, una persona tarda una media de 5,4 meses en percatarse de que está siendo víctima del robo de identidad y en la mayoría de las ocasiones cuando detecta el uso ilícito de su identidad ya es demasiado tarde y solo le queda emprender acciones legales, que en el caso de robo de identidad pueden tardar hasta 300 horas en resolverse.

Además, el 54% de los que admiten haber recibido el último año un sms o e-mail fraudulento reconoce que no tomó medidas al respecto, según una reciente encuesta del CIS.

Los sistemas biométricos de identificación

Para tapar este agujero cada vez más profundo, la tecnología ha encontrado una alternativa: los sistemas biométricos. Aunque ahora suene extraño, dentro de muy poco se convertirán en un método de identificación cotidiano. Y hay casi tantos sistemas de identificación biométricos como partes del cuerpo “únicas” podemos tener.

¿Qué es la tecnologíabiométrica? Según el Instituto de Ciberseguridad (INCIBE) -el órgano del Gobierno contra la ciberdelincuencia-, es un método de reconocimiento de personas basado en sus características fisiológicas o de comportamiento que sigue los mismos patrones que el ser humano utiliza para reconocer a sus congéneres a través de su voz, su rostro o su forma de andar.

El más conocido, sin duda, es el de la huella dactilar, explotado hasta la extenuación por el cine y generalizado ya como puerta de acceso a los móviles, pero que tiene su origen en la década de los 70, cuando Shearson Hamil, una empresa de Wall Street, instaló Identimat, un sistema de identificación automática basado en este sistema que se utilizó para el control de acceso físico a instalaciones.

En los últimos años han surgido otros muchos sistemas biométricos de seguridad, como el reconocimiento facial y la biometría ocular o biometría del iris, posiblemente los más desarrollados.

Reconocimiento facial en los móviles

El primero tiene innumerables aplicaciones mucho más allá de prevenir el robo de datos personales, como la posibilidad de evitar que los menores compren alcohol o tabaco, ayudar a aquellos que sufren prosopagnosia (incapacidad para reconocer rostros conocidos, incluido el propio) o impedir que un conductor se duerma al volante al detectar el primer síntoma de fatiga.

En materia de seguridad electrónica, está ya implantado en el mercado de los teléfonos móviles (como el caso del iPhone X de Apple) o en un buen puñado de aeropuertos de todo el mundo.

El otro ejemplo de firma biométrica ya muy extendido es el de los ojos, que según los expertos ofrece uno de los estándares de seguridad más altos ante un robo de identidad personal. Y los hay más originales aún: las últimas investigaciones están trabajando en utilizar los latidos del corazón (¡también aquí somos único e irremplazables!), la voz o incluso las venas como otros tipos de biometría, como es el caso del proyecto Palm Vein de Fujitsu.

La “solución definitiva” en biometría

En el desarrollo de los principales sistemas biométricos están ya trabajando tanto grandes empresas multinacionales como startups y laboratorios especializados en este campo. Un ejemplo de ello es la aplicación Biocryptology, que da acceso seguro a nuestras plataformas con identificación biométrica, y que ha sido recibida por la revista Forbes como la “solución definitiva” contra el fraude de identidad.

Biocryptology permite a los usuarios identificarse, sin margen de error, utilizando sus datos biométricos tanto en línea (dispositivos móviles o de escritorio) como en entornos físicos o presenciales. Por el momento dispone de una app para móviles con sensor biométrico (sensor de huella y face ID) y ya está operativa para todo tipo de entornos. Tanto la app como el hardware han sido desarrollados en Madrid por un equipo internacional de expertos.

Esta herramienta encripta y almacena los datos de los usuarios en diferentes ubicaciones para que la información obtenida sea inútil en caso de que alguien quiera acceder a ella sin permiso.

Otro ejemplo de estas iniciativas es Electronic IDuna empresa con sede en Madrid que trabaja también con cerca de 40 grandes empresas. Ofrece como novedad la posibilidad de reconocer a distancia a las personas con el método de «confianza de identidad», a través de su propio móvil y sin necesidad de instalar ninguna herramienta.

La ventaja de estos sistemas de identificación biométricos frente a los tradicionales es, como destaca INCIBE, que presentan un nivel de exactitud mayor frente al fraude y la usurpación, lo que hace más difícil la suplantación de identidad en internet. Además, los datos biométricos son universales (todos los individuos los tienen), singulares (distinguen a cada individuo) e invariables en el tiempo y las distintas condiciones ambientales.

Cuál de estos será, con el tiempo, el sistema biométrico más fiable solo la propia tecnología lo dirá. Como ocurre siempre en estos casos, las investigaciones transcurren por caminos paralelos y a distintas velocidades, hasta llegar al mismo camino. Viva la seguridad, pero desaparecen las contraseñas.

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