Claves laborales y educativas de la Automatización  

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Por: Ignacio Doglotti,Gerente Comercial y Marketing de Tigabytes

De acuerdo con cifras de la OCDE los empleos menos calificados serán los más impactados  en el corto a mediano plazo por el avance de las TIC y la IA. Por ello es vital diseñar nuevos planes de formación para aquellos trabajadores, de modo tal que no sean excluidos de la nueva revolución digital.

Durante los últimos años, los economistas laborales han discutido y alertado en forma constante respecto de las consecuencias que las nuevas tecnologías digitales tendrán sobre el empleo.

Un reciente estudio de la Organización para Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE, publicado a mediados del presente año, calcula que alrededor del 9% de los empleos poco calificados en los países desarrollados y emergentes corren un alto riesgo. Es decir, todas aquellas labores que requieren muy poca o ninguna formación técnica o profesional avanzada.

Esto implica que en la región, cerca de 48 millones de operarios, en áreas relacionadas con sectores productivos primarios, como construcción, minería, hortofruticultura, pesca, industria forestal e incluso servicios auxiliares de oficinas, entre otros segmentos similares, corren peligro inminente de perder sus fuentes laborales en el corto a mediano plazo ante el avance de los procesos de tecnologización, mecanización y digitalización que experimentan dichas actividades.

Asimismo, otro trabajo realizado por la escuela de Economía de la Universidad de Harvard establece que el 80% de los puestos laborales reemplazados por sistemas automatizados, serán aquellos que perciben menos de US$20 la hora; mientras que el sector ubicado en un rango salarial superior a US$40 la hora, sólo verá afectado un 4% de su fuente laboral. El 16% restante corresponderá el segmento ubicado entre US$ 20 y US$ 40 la hora, donde se ubican oficinistas junior y profesionales con manejo de TI en nivel de usuario básico a medio.

Pero más allá de cuantificar la pérdida laboral en favor de los nuevos sistemas automatizados, es necesario entender el escenario que subyace a esta transición de la economía basado en el principio de que la automatización llegó para cambiar tradiciones, romper paradigmas y, en definitiva, crear nuevos tipos de trabajo.

Tomemos, por ejemplo, el caso de Codelco Chile, la empresa estatal productora de cobre más grande del mundo. Actualmente se encuentra en un sostenido proceso de automatización de sus operaciones, con el fin de mejorar su eficiencia productiva, cuyo caso más emblemático es la operación remota de la División Ministro Hales, ejecutada desde una sala ubicada en Santiago, a más de 1.500 kilómetros de distancia del yacimiento.

En términos concretos, esto implica, entre otras cosas, que operario, ubicado detrás de un computador y un joystick, puede reemplazar a 15 o más trabajadores que a su vez son retirados desde el primer frente de acción. Y si vamos al caso de la División Chuquicamata, donde ya operan 13 camiones autónomos, encontramos a otros tantos conductores retirados de sus cabinas.

¿Pero, esto implica sólo una lógica simplista de eliminar fuentes de trabajo? Por cierto que no, porque lo que en realidad sucede es que se utilizan inicialmente herramientas de alta especialización, por lo que la mano de obra debe asumir mayores conocimientos y habilidades para mejorar su mano de obra.

Se trata de una renovación, no de un reemplazo de hombres por máquinas y, al mismo tiempo, de un fenómeno que no sólo implica modificar las estructuras de capacitación dentro de las empresas, sino también las mismas bases educacionales de un país. Ese minero del mañana ya no será sólo un artesano del pico o la pala, sino que podrá ser un técnico en mantenimiento computacional o un avanzado ingeniero en robótica, por ejemplo.

Y así como esta renovación cultural y laboral ya se produce en un sector tan estratégico y tradicional como la minería, también puede replicarse en otros frentes, tanto o más importantes, como la industria manufacturera, el comercio, la banca, el retail, la educación o los servicios públicos, por mencionar algunos de los más importantes para la economía.

Ha llegado entonces el momento de que los gobiernos y también las propias empresas adopten políticas educativas y laborales conjuntas, que se hagan cargo de las dificultades que podrían tener los trabajadores respecto a la inminente revolución tecnológica o de aquellos que no son aptos para acceder a nuevas oportunidades, por su baja calificación dentro de una sociedad cada vez más evolutiva y preparada para enfrentar el avance de las TIC y la IA.

Esta línea fue ardientemente defendida durante la última reunión del Foro Económico Mundial en la ciudad de Davos, a comienzos de año, oportunidad en la que se debatió precisamente que la Inteligencia Artificial y la robótica llegaron para mejorar la calidad de vida y la economía, pero que si no se desarrollan políticas educacionales adecuadas, los beneficios serán solo para unos pocos.

De esto modo, hay que atreverse a dar también otro salto cuántico, esta vez enfocado en la educación, porque si el Estado no cuenta aún con las herramientas suficientes para cubrir la necesidad de reconvertir mano de obra obsoleta, o de preparar a las nuevas generaciones en los caminos de la automatización y la IA, las empresas deben asumir ese desafío como propio.

Se podría, por ejemplo, recurrir a modernos sistemas de inducción, estudio o formación técnico-profesional a través de planes piloto de bajo costo y ejecutados a distancia, mediante servicios como G-Suite. Éstos beneficiarán a vastos sectores de la población que no pueden acceder a instituciones tradicionales de educación superior, y que gracias a este tipo de iniciativas estarían mejor preparados para convivir y utilizar en forma experta todas las nuevas herramientas de la Transformación Digital.

El desafío está planteado, y las opciones también, y sin duda que más allá de centrarnos en un escenario negativo, debemos aprovechar la invaluable oportunidad de trascender hacia métodos modernos de estudio y formación, de modo de entregar a la población potencialmente productiva, tanto joven como adulta, las herramientas necesarias para convertir a la IA y la automatización en aliados para el desarrollo.

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