Bitcóin: ¿El colapso de un culto?

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Por: Guillermo Valencia www.dinero.com

La criptomoneda se debate entre crear un mundo descentralizado o convertirse una de las burbujas financieras más grandes de la historia.

Los evangelistas de las criptomonedas creen que una transformación del mundo se avecina gracias a la tecnología que el bitcóin encierra. La moneda digital ha creado la promesa de bancarizar a más personas, descentralizar el sistema financiero, habilitar un sistema anticorrupción, hacer posible los contratos inteligentes, e incluso, crear una nueva versión de la democracia.

Como columnista no pongo en duda el potencial de esta tecnología, es más, soy defensor de la misma. Pero considero que hay que ser crítico con el tema.

A quienes creen en el futuro singular y único de las criptomonedas les pasa lo mismo que a los creyentes en la vida después de la muerte: es una tesis que puede ser cierta, pero nadie tiene evidencia científica de que así sea. Esto se repite cuando hablamos del futuro del bitcóin porque no existe una metodología que permita verificar o falsear el potencial de su valor. Entonces predecir qué pasará con esa moneda se convierte en un acto de fe y en el mercado financiero estos actos producen mega burbujas.

Quienes invirtieron en el bitcóin y otras criptomonedas motivados por su precio, creen que este sistema ha sido un éxito. Sin embargo, la gráfica anterior, que reúne las curvas de adopción de tecnologías en el mundo, muestra lo contrario y deja en evidencia este acto de fe. En otras palabras, al tener una baja penetración de mercado se repite como un mantra que los precios subirán como la espuma. De hecho, ya se habla de un precio cercano a los US$100.000 (hoy es de US$15.525).

Frente a esta coyuntura es necesario recordar la máxima de Irving Fisher: “El mercado financiero es un lugar donde todo el mundo sabe el precio de las cosas, pero muy pocos conocen su valor”.

Ese valor real detrás de los precios es lo que han olvidado los inversionistas que le han apostado al Bitcoin. Ellos encubren su falta de claridad con la búsqueda de rendimientos espectaculares. Sin embargo, el miedo siempre estará ahí. Y más de uno se pregunta: ¿Será que sí es una burbuja? ¿Será que ya empezó a estallar?

Llegados a este punto, la pregunta no es cuál será el precio futuro del bitcóin, sino cómo medimos el valor que le está entregando a la sociedad.

¿Bitcóin vale lo mismo que Facebook?

US$500.000 millones es la capitalización que han adquirido las criptomonedas, lo cual es casi la misma valoración de Facebook. ¿Realmente las criptomonedas valen tanto?

Esa pregunta se la hizo Vitalik Buterin, cofundador de Ethereum, la criptomoneda número 2 del mundo, quien a través de Twitter lanzó una serie de preguntas a sus seguidores: ¿cuántas personas han sido bancarizadas?, ¿cuánto valor hay almacenado en contratos inteligentes que realmente hacen algo interesante? y ¿cuántos venezolanos hemos protegido de la hiperinflación?

Contrario a lo que cualquiera pensaría, para Buterin las criptomonedas no son un acierto total. Él ve grandes avances, pero también sabe que su desarrollo aún es incipiente como para justificar una valoración de US$500.000 millones.

Sin querer destruir su creación, al estilo del doctor Victor Frankenstein, Buterin pone las luces rojas frente al culto que miles de entusiastas han hecho del bitcóin.

Por eso, hay que mencionar un cambio estructural en la criptomoneda. Se trata de su introducción en el mercado de futuros, ocurrida en noviembre de 2017. Esto crea un canal de transmisión entre la comunidad bitcóin y el mercado financiero global a manera de puente, lo cual permite realizar transacciones, como vender en corto, es decir, apostar en contra.

Esta debería ser una alarma mayor porque el mercado de futuros le añade nitroglicerina al ya volátil precio del bitcóin.

Cuando se habla de burbujas financieras no se debe comparar a la criptomoneda con la Burbuja de los Tulipanes porque esa no tenía un potencial desconocido. En cambio, el bitcóin se asemeja a la burbuja de Mississippi Company, en la que existió un monopolio de la extracción de minerales en la colonias y cuyo potencial sí era desconocido.

Esta vez el protagonista de la burbuja no es el “infame” John Law, sino un personaje que nadie conoce, Satoshi Nakamoto.

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